jueves, 30 de julio de 2009

Mecanismos.

Hace un tiempo leí algo sobre los lemmings, esos animales que se auto-destruyen en masa como método de autoregulación de la naturaleza (o por accidente como ya está comprobado), una disposición redundante, y taxonómica para resguardar el equilibrio de su propio universo. Como un vaivén instintivo, como mártires inmolando su vida por la de su especie. Y en cierto punto la gente se comporta -también sistemáticamente y de manera irracional- de un modo similar, aunque no siempre con éxito contiguo. No lo hacen sacrificándose por una causa aristócrata, sino para contribuir, a mantener el equilibrio universal, aún sin quererlo. Eso de que siempre que se cierra una puerta, se abre otra. La clave está en medir a todo aquello que rote por esas puertas giratorias según las propiedades extensivas en primer lugar, e ir viendo muy pausadamente las intensivas hasta adaptarse. Así de sencillo. (casi)

martes, 21 de julio de 2009

Ingmar Bergman: La linterna mágica


Cine como sueño, cine como música. No hay arte que, como el cine, se dirija a través de nuestra conciencia diurna directamente a nuestros sentimientos, hasta lo más profundo de la oscuridad del alma. Un pequeño defecto del nervio óptico, un efecto traumático: 24 fotogramas iluminados por segundo, entre ellos oscuridad, el nervio óptico no registra la oscuridad. Cuando yo, en la moviola, paso la película cuadro por cuadro siento todavía la vertiginosa sensación de magia de mi infancia: allí en la oscuridad del armario ropero daba yo vueltas lentamente a la manivela pasando las imágenes una por una y veía así los cambios apenas perceptibles. Aceleraba: un movimiento.

lunes, 13 de julio de 2009

Dualidades


Pensamiento, dualismo entre cuerpo y alma, ¿No? Descartes define alma como cosa pensante opuesta a cosa extensa (res cogitans versus res extensa). Espinoza habla del alma como atributo y modo de la substancia divina, Leibnitz la llama mónada cerrada en sí misma. Lessing, como aspiración infinita, Kant la califica de imposibilidad de aprender lo absoluto, Fichte, como saber y acción, Hegel dice que el alma es el auto-desarrollo de la idea, Schelling la define como potencia mística, Nietzsche, como voluntad de poder. Freud, como diferencia entre el yo y el super-yo, Jaspers la define como existencialidad, Bloch, como realización originaria del futuro y Heidegger, como ser-ahí.

viernes, 10 de julio de 2009

En el fondo soy lo mismo que Dios.

Sé que solo soy el efecto, de una causa del tiempo, ese que quizás exedo, o no. Para encontrarme busco entre las flores, los pájaros, los campos y ciudades también, y en los actos, las palabras y los ríos, que son tuyos, que son mios, que son tres, en los pensamientos de los hombres peces, en la noche del sol, y en los pedacitos perdidos de universos olvidados, hoy desaparecidos... más crezco, menos soy, y más me encuentro, más me pierdo, y más me pruebo, más veo que soy pájaro y flor, y estrella y universo; Más me defino, y menos límites tengo, lo desbordo todo, y me exedo.

lunes, 18 de mayo de 2009

Henry Miller: Trópico de Capricornio

"No hay absolutamente ninguna transición desde este sueño, el más agradable que conozco, hasta el meollo de un libro llamado La evolución creadora. En este libro de Henri Bergson, al que llegué con la misma naturalidad que al sueño de la tierra de más allá del límite, vuelvo a estar completamente solo, vuelvo a ser un extranjero, un hombre de edad indeterminada parado ante una puerta de hierro observando una metamorfosis singular por dentro y por fuera. Si este libro no hubiera caído en mis manos en el momento en que lo hizo, quizá me habría vuelto loco. Llegó en un momento en que otro mundo enorme se estaba desmoronan¬do en mis manos. Aunque no hubiese entendido una sola cosa de las escritas en este libro, aunque sólo hubiera preservado el recuerdo de una palabra, creadoras, habría sido suficiente. Esta palabra era mi talismán. Con ella podía desafiar al mundo entero, y sobre todo a mis amigos. Hay ocasiones en que tiene uno que romper con sus amigo» para entender el significado de la amistad. Puede parecer extraña, pero el descubrimiento de este libro equivalió al descubrimiento de una nueva arma, un instrumento, con el que podía cercenar a todos los amigos que me rodeaban y que ya no significaban nada para mí. Este libro se convirtió en mi amigo porque me enseñó que no tenía necesidad de amigos. Me infundió valor para permanecer solo, me permitió apreciar la soledad. Nunca he entendido el libro; a veces pensaba que estaba a punto de entender, pero nunca llegué a hacerlo verdaderamente. Para mí era más importante no entender. Con este libro en las manos, leyendo en voz alta a los amigos, llegué a entender claramente que no tenía amigos, que estaba solo en el mundo. Porque, al no entender el significado de las palabras, ni yo ni mis amigos, una cosa quedó muy clara y fue que había formas diferentes de no entender y que la diferencia entre la incomprensión de un individuo y la de otro creaba un mundo de tierra firme más sólido que las diferencias de comprensión. Todo lo que antes creía haber entendido se desmoronó e hice borrón y cuenta nueva. En cambio, mis amigos se atrincheraron muy sólidamente en el pequeño pozo de comprensión que se habían acabado para sí mismos. Murieron cómodamente en su camita de comprensión, para convertirse en ciudadanos útiles del mundo. Los compade¬cí, y muy pronto los abandoné uno a uno sin el menor pesar. Entonces, ¿qué es lo que había en ese libro que podía significar tanto para mí y, aun así, parecer oscuro? Vuelvo a la palabra creadora. Estoy seguro de que todo el misterio radica en la comprensión del significado de esta palabra. Cuando pienso ahora en el libro, y en la forma como lo abordé, pienso en un hombre que pasa por ritos de iniciación. La desorientación y reorientación que acompaña a la iniciación en cualquier misterio es la experiencia más maravillosa que se pueda vivir. Todo lo que el cerebro ha trabajado durante toda una vida para asimilar, clasificar y sintetizar tiene que descomponerse y volver a ordenarse. ¡Día conmovedor para el alma! Y, naturalmente, eso se desarrolla, no durante un día, sino durante semanas y meses. Te encuentras por casualidad a un amigo en la calle, a un amigo que no has visto durante varias semanas, y se ha vuelto un absoluto extraño para ti. Le haces señas desde tu nueva posición elevada y, si no las comprende, pasas de largo… para siempre. Es exactamente como limpiar de enemigos el campo de batalla: a todos los que están fuera de combate los rematas con un rápido mazazo. Sigues adelante, hacia nuevos campos de batalla, hacia nuevos triunfos o derrotas. Pero, ¡sigues! Y, a medida que avanzas, el mundo avanza contigo, con espantosa exactitud. Buscas nuevos campos de operaciones, nuevos especímenes de la raza humana a quienes instruyes pacientemente y dotas de nuevos símbolos. A veces escoges a aquellos a quienes antes no habías mirado. Pruebas a todos y todo lo que queda a tu alcance, con tal de que ignoren la revelación. Así fue como me encontré sentado en el cuarto de remiendos del establecimiento de mi padre, leyendo en voz alta a los judíos que allí trabajaban. Leyéndoles esa nueva Biblia al modo como Pablo debió de hablar a los discípulos. Con la desventaja adicional, desde luego, de que aquellos pobres diablos judíos no sabían leer en inglés. Principalmente me dirigía a Bunchek el cortador, que tenía inteligencia de rabino. Abría el libro, escogía un pasaje al azar y se lo leía traduciéndolo a un inglés casi tan primitivo como el pidgin. Después intentaba explicárselo, esco¬giendo como ejemplo y analogía las cosas con las que estaban familiarizados. Me asombraba lo bien que entendían, cuánto mejor entendían, pongamos por caso, que un profesor universi¬tario o un literato o un hombre instruido. Naturalmente, lo que entendían no tenía nada que ver, a fin de cuentas, con el libro de Bergson, en cuanto libro, pero, ¿acaso no era ésa la intención de semejante libro? A mi entender, el significado de un libro radica en que el propio libro desaparezca de la vista, en que se lo mastique vivo, se lo digiera e incorpore al organismo como carne y sangre que, a su vez crean nuevo espíritu y dan nueva forma al mundo. La lectura de ese libro era una gran fiesta de comunión que compartíamos, y el rasgo más destacado era el capítulo sobre el Desorden que, por haberme penetrado hasta los tuétanos, me ha dotado con un sentido del orden tan maravilloso, que, si de repente un cometa se estrellara contra la tierra y sacase todo de su sitio, dejara todo patas arriba, volviese todo del revés, podría orientarme en el nuevo orden en un abrir y cerrar de ojos. Tengo tan poco miedo al desorden como a la muerte y no me hago ilusiones con respecto a ninguno de los dos. El laberinto es mi terreno de caza idóneo y cuanto más profundamente excavo en la confusión, mejor me oriento.”

miércoles, 13 de mayo de 2009

Algo pasa.

No quiero ser insidiosa, ni iniciar una revuelta social —el sábado, si de rectitud se trata, quise viajar en avión y pararme en corrientes y nueve de julio jugando a ser una conferenciante, todo por culpa de un muchacho que estaba tirado en el pasto observando el cielo y un vestido de rosa chicle, estrepitosamente horrendo. Y los carteles luminosos e imbéciles, la capucha sucia y el codo izquierdo flexionado sobre la frente, no es para menos. además los bocinazos iban a cubrir mi alocución, improvisada y no llevaba los documentos, no quiero repoblar un pánico incontrolable ni desarticular en exageraciones, pero es cierto que sucede algo a lo que contribuimos casi íntegramente, pasándolo inadvertido como se hojea una cosmopolitan. Vi una paloma deteriorada contra una de esas baldozas con canaletas, plana como un papel —papel reciclado con varias capas, engrudo y plumas. un perro acodado al lado de un árbol, en la esquina de Directorio —o cualquier otra avenida— con los ojos de bolita de patio de escuela abiertos y fijos —como los retratos de jesús, me llenan de un terror incontrolable porque cosifica, y uno no tiene dónde ocultarse porque la mirada (aún debajo de la mesa)—, un corte horizontal en el estómago y una mezcla antipática de órganos impúdicamente expuestos, las orejas erguidas oyendo los suspiros de repulsión y las exclamaciones cortadas de raíz. todo eso.el sábado los patos se atacaban y alejaban a las palomas con sonidos guturales y aleteos frenéticos, se tiraban uno encima del otro con los picos largos, por primera vez vi sus patas y eran terribles, gelatina de carne con puntos infinitos de un color que se opaca cuando se apoyan con más presión. Francisco vio que pisaban a un gato, me lo contó hoy sin darle importancia, enseguida se puso a hablar o de listas frías de llamadas telefónicas (se le puede decir guía y punto, vamos) o de cinta de pegar.los animales se murieron siempre pero nunca tan así, en el medio de la calle, estorbando a los peatones, sin reparar en los buenos modales. siempre está, claro, el basurero que de noche recoge al perrito y lo tira sin más, de la paloma puedo decir que permaneció un lapso mayor, quizá sigue ahí en este momento.pero está, por sobre todo, el conejo rojo de plástico que supera en varios centímetros mi altura —aunque yo no sea buen parámetro— y esperaba parado todas las mañanas y todos los mediodías con el brillo de su piel ficticia y nada mullida. después terminó en el piso, recostado, y no fue por decisión propia. se lo comenzó a comer la chatarra y ahora sólo quedan las sillas destartaladas, los cajones, las chapas. y, al lado, el desarmadero de autos. Pero algo está pasando, de veras.

lunes, 11 de mayo de 2009

Composición Atmosférica De Las Notas Musicales.



Ring.
¿El timbre?. ¿Mi cabeza?. El timbre.
- Hola.
No respondo. Sonrío pero no quiero. No puedo. Me duele la cara, las facciones, los poros. Me duele absolutamente todo. No puedo.

- ¿Café?
Y lo hago. No espero la respuesta. No llega tampoco, o no la escucho.

- ¿Hace cuánto no salís de acá?
- Una semana, un mes, un año. No sé ni en que fecha estamos. No entiendo. ¿El Mundo sigue girando allá afuera?
- Si. Y no se esta mucho mejor que acá dentro.

Mentira. Allá afuera hay un micro esperando para embestirme, un asesino esperando para dispararme, un jefe esperando para despedirme, una lluvia esperando para empaparme, un alguien esperando para romperme. No puedo enfrentarlos todavía, eso si.

- ¿Cómo estas?
- ¿En serio me estás preguntando?, ¿Cómo pretendes que me sienta?. Adiviná la respuesta. Me siento esquizofrénica, neurótica. Muerta.

- Nunca había visto un muerto. Maté dos pájaros de un tiro. ¿Qué tal?

Silencio.

- Perdón.
- Yo entiendo.

- ¿Entendés?!. ¿Qué es precisamente lo que entendés?, ¿Que estoy hablando como una retrasada bipolar? Porque, créeme, la forma en que me siento, no entendes. Una mierda entendes.

Silencio.

Silencio.

Siempre silencio. Un día como tantos y me siento entero, atemporal. Mio. De nadie más.

Silencio.

Estoy en casa.

Una octava, siete notas naturales y sus intervalos, una escala cromática, tu paradoja.

Invierno, y el rió congelado atascado en La Menor. Observas la ventana, el vidrio pierde una estúpida pelea contra la escarcha, una cuerda rota esgrime su figura, tiembla, se desarma. La nieve cae lenta al igual que un segundo movimiento, adagio de tu resonancia junto con un triste violín. Fin de la temporada y el allegro anuncia la muerte de blanca, escalas mayores, una escala más arriba.

Silencio otra vez.

Como un robot, sentándose frente a sus muros y cristianos de marfil, vinil y madera; no recordando el tiempo del movimiento, tocando moderatto como su gusto lo permitiese. Flotando en escalas melódicas, desplazamientos cromáticos, corriendo torpe entre un arpegio y su cuarta, quinta, séptima y novena hasta llegar al virtuosismo del desierto. La nada

Silencio

Mi Menor, tiempo intempestuoso o según tu humor, segundo tumor. Segundos, según las burbujas que salían de la taza de chocolate... un Presto suena más impetuoso. Y la alegoría marchita sus trémulas caricias a la hora del té. Es hora del té.

Silencio, y murmullo a lo bajo.

Duermes hasta el cantar del búho, quedándote entre el sofos y el logos, estado de gnosis y una escala más abajo, acordes modales.
Ahora, la hipnosis.

La cadencia se acelera.

Tiempo de reafinar, tu cuerda grave bajo a Re, no es para esta música, igual que la estación. El frió observa cauto. Observa, los objetos tienden a mermar y la rigidez encomienda el acecho de la lealtad, lealtad con la que el tiempo acompaña el compás del silencio.

Observas desde detrás del piano, allí no hay nada. Y las aves terminan su sinfonía de solo cuatro partes, tres movimientos, mayores y menores.

Y el silencio se pone de pie. Aplaude.

Olvida bajar dos escalas, tocar Vivace las notas cromáticas que dibujaban su cara; un Si Bemol Menor es apropiado pero su altanero, su estado solido y líquido. (estrecho mundo de cruces y velas impidiéndose a si mismo)

Y compuso la quinta estación.

El silencio ascendió a los feligreses, las savias de las maderas mas cercanas, vibraron, los yugos de cada pasajero canto como tirano de su ausencia, se elevo ridículo a festejar la carencia.

Bailaban los cerámicos y los haces de luz, las caries se pusieron en un dos por cuatro y tuvieron su momento.
Todo fue un momento, como cada momento que busca serlo todo.

domingo, 10 de mayo de 2009

Creer es Crear.


El árbol que mueve algunos a lágrimas de felicidad,
en la Mirada de otros no es más que un objeto Verde que se interpone en el camino.
Algunas personas ven la Naturaleza como algo Ridículo y Deforme, pero para ellos no dirijo mi discurso;
y aun algunos pocos no ven en la naturaleza nada en especial.
Pero para los ojos de la persona de imaginación, la Naturaleza es imaginación misma.
Así como un hombre es, ve.
Así como el ojo es formado, así es como sus potencias quedan establecidas.

Willam Blake.

jueves, 7 de mayo de 2009

Primera parte de "DESCENSO A LOS CIELOS" (un libro que vengo escribiendo).

-Anda hambriento nativo de sueños de amor, pronuncia tus últimas palabras-

Es tiempo de que los aportes dementes de los cerdos impacientes, decaigan y que estos como los mediocres, deriven ansiosos en su propia miseria. Es hora de que las provisiones de defensa subsuman en peligro su propia naturaleza de represión. Es amplio el contenido de los conceptos emigratorios de su propia esencia. Es por eso que no hay tiempo, ni fantasía por cumplir para el hombre. Ni debe ser eje de su propia fantasía, cumplir con su propia esencia. Porque por sí solo, este no se rodea de complejos causales que enmascaran su nacimiento.

A decir verdad son pocos los vividos que evidencian la compleja necesidad basada en una notoriedad de acontecimientos frígidos, retienen en instancias la provechosa situación en la que se encuentran. A eso debe el hombre realizar su auto-destrucción, lo demás es masturbación.

Se queda perplejo el hombre que araña las rocas en presencia de dios.

¿Dónde quedó su bondad?- pronuncian los hombres mientras caen al precipicio. Son pocos los que se arrodillan ante la historia. Son tratados como bestias. Temo hacerte sufrir bendigo de la verdad, pero seguro eres hombre y esos son tus símbolos.

Decrépito camina y cojea en la vejez aquel que ha dado sufrimiento a su felicidad.

Que sublime que es el hombre en vísperas de morir. Lloran su aceptación de muerte, frente a la partida cercana. Teme creer que el todo sea incierto. ¿Dónde está tu temor?, sufre su nostalgia. Agotado de necesidad vivida espera su partida. ¿Cuán lejos estamos de la finalidad descarada? Aquel viejo impuro en esencia, era humano, y murió. Es esto a lo que llaman dolor.
Solo para el hombre es victorioso el asesino que muere con insignias y plegarias de plomo.
¿Cuál es su deseo? Es algo tan vago como la mismísima moral. Hay de esta forma un par de ciegos que en enojo viril desatan ira que ni los propios dioses en su más inmoral desastre son capaces de hacer. Estos pocos, son notablemente diferentes al resto de los mitómanos, son tan animales de raíz, que ni su propia razón es capaz de catalogar a un cuerpo como humano.

Son fieles asesinos, que matan en lujuria de capital.

Son los fóbicos del avance del hombre por el hombre. Son en si lo que ellos mismos nunca se atreverían a llamar pobres. ¿De qué temor se abrazan tales bestias? ¿De qué petición? ¿Quién es su Mesías?. Son hombres, y ante todo, necesitan arrodillarse. Tener su momento de abstracción, pero nunca reconocerlo como tal. No llores hombre.

Aún te queda mucho por saber de estos plagiantes de conformidad.

Siguen vigentes en su peculiaridad de no reconocerse jamás. De su instancia más mínima sale a su apogeo de mentira una nebulosa de conceptos divagantes para formar una institución. Es así que nace desde el subsuelo a la cúpula una iglesia de valores.

-Describe- De primera vista podemos observar los bancos que el hombre perfecciono para poder arrodillarse con mayor comodidad. Como portero de tal edificación te encuentras vos, quien nos recibes con las manos abiertas. -¿Pero de qué manos me hablas si no devine hombre?- pronuncio aquel. -Calla espíritu ingenuo aún te falta aprender el gran enlace conceptual de los símbolos- me atreví desmedido. Estos se pierden en su propia contradicción. ¿Y aquello que tu pronuncias?- interrumpió. Calla espíritu ingenuo, aún no entiendes tu propia evolución -silencie su duda. Ya evadido, y bien retenida la promiscua subversión puedo continuar me descripción de la mas rotunda belleza femenina. En el centro de este trono a la mortalidad se encuentra una plegada alfombra que nos marca el camino asía el altar, como si los que concurriesen fueran tan ingenuos de perderse. En su esplendor se encuentra una escultura del Señor Jesús, un demente revolucionario con la idea original de ser el hijo de dios.

Algo por particular es que quien dirige los pensamientos de los penosos es un hombre, disfrazado de transparencia y pureza, bajo el nombre de pastor. Por debajo esta su rebaño de ovejas que cree que de su lana nunca se hará comercio.

En cada una de estas instituciones se contiene a un grupo de individuos en peregrinación constante hacía la nada. Diferencio la introducción dada al análisis molecular al que doy comienzo. Dentro de tal institución, madre de toda otra producción de orden, se encuentra la producción metafísica. Englobada en gran cantidad de papel, encierra un testamento de ficción. En suaves palabras se logra la subsumición de unos cuantos.

¿Quién es tan pobre como su rebaño?

Debajo están los peldaños menores de los dioses, estos creen en su propio encuentro.

¿Con qué ojos se mira al débil? –pequeño pedazo de energía contraproducente-

Es ahora donde se pregunta el ángel - ¿Cómo se le puede temer al diablo?- ¿Es por ser aquello que me acarrea semejanza que temo?

- No puedo tener miedo más que de mi mismo.

¿Qué es tan fuerte que no nos permite pecar? - se pregunto el mendigo. Es en verdad, la misma noción de un yo, de un amoral ser que no quiere más que disfrutar de la bondad, el dios y los conceptos supremos. En esencia el concepto y sus enlaces subjetivos que permiten la esclavización de unos pocos.

La conformación de un sistema bien forjado se da desde ese lugar de darles ilusiones a los necesitados prisioneros de ilusiones.

En su vigencia el procurador de metafísica desafía al deseo tendencioso de los mortales en búsqueda de placer y mas placer, por lástima, divino.

Infectados de necesidades humanas le dan brillo a su inscripción en la frente. - En ceguera permanente se es feliz.

¿Estás seguro de que quieres ser libre? - Pregunto Dios hecho hombre-

Has mendigado bastante y entrelazado de tantas infamias, te juegas a realizar todo un reto. Subido a su pedestal se encuentra el desgano del agonizante diablo, que cree que el pecado es placer, que con rabia se contagia del valor de los hombres, que con violencia y razón logra frenar su machismo.

En los ojos de un Rey es su risa la que resguarda dolor. Este rey sabe reír por eso es que es rey.

Tiene como ejercito a los mas files caballeros, por lo que nunca llegaran a ser reyes.

Esto es entre otras cosas el temer poder.

Soy ciego de toda mentira, ya con mis manos puedo sentir su piel porosa. Sus indefinibles conceptos forjan sus instituciones dejando grandes grietas que serán tomadas como nuevas tendencias - discontinuidad - son tan humanos que derogan su propia verdad momentánea. Tu ser es el que confía en él. Una maquinaria que no deja de ser perfecta. Pero muy delicada, que encierra como torbellino en su eje, su propia necesidad de destrucción. Todo fin desde este lugar, como lo indica su raíz, es entrópico.

¿Dónde encuentras ese orden? - Accedió el moribundo.

No hay orden real Señores, más que el que nos impone la razón, todo es caos y como tal no se subsume a otra cosa que no sea su propia naturaleza, el todo. Mirar al horizonte es saber disparar a nuestra propia cabeza cuando sea necesario. No seamos víctimas de la tierra. No es ella, entendamos que todo es mentira. - ¿Algún día la tierra pidió ser entendida o disfrazada?, Interrumpió el espíritu impaciente, que como todos, llora su incomprensión social.

Tu puedes sentirme, estas parado yéndote de la mesa, no te apures en apagar la luz, aún tienes que pelear.

-Abre tu corazón, voy a casa a llorar quien no fuí, por miedo a encontrarme.

Es tan bello vivir en una fantasía, pero tú lo sabes y por eso todo lo que es tu cerebro te atormenta, todavía eres un bebé rodeado de placenta. Es así como te tratan. Luego subes aquella montaña, y estas solo, solo.
¿A quién más esperas? -pronunció sigiloso en mi oído. No todos tienen ese valor. ¿Ahora te haces manada?. ¿Dónde encuentras la rebelión?. -Ahora la miseria de la que se tejen las mentiras del capital te hacen temer por tu movimiento. ¿De qué hablan los hombres cuando los vientos empujan ha hacer las memorias, y degustar la complicidad ?

¿Cuándo mueres te haces libertad bajo qué idea?, déjeme decirte Señor de los Cielos que debajo de ti esta la inmensidad de los hombres, padres de tus atributos. Cada paso que das da cuenta que vives rodeado de una manada de lobos que se atreve a decir que has muerto. Cada vez que me siento más cerca del descenso, me da más hambre. La sed de revolución seca mi garganta y las palabras de los Ángeles se sienten más cercanas, debo estar cerca. Tus mentiras hacen eso en las palabras de los fundadores de las pasiones tristes, hueles a natividad.

Abro mi pecho a la inocencia de los cielos, pero se que la que queda es un gran descenso...

Rebelión.

Abracé el cielo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Los ciclos de las Flores.

Ahora entiendo porque las grietas malogradas, las astucias, esos pozos engrumados en los párpados del arriba y abajo, esas narices de madrigueras.
Se me metían en esos momentos de deterioro personal las falacias de un porvenir tan lleno de gracia cuando era chica, sentía tanto la mejora de las cosas en los beneficios espontáneos, como comerse un buen helado en la plaza de Olivos, u observar en esa misma plaza a el popurrí de locos degenerados que salían de las alcantarillas. Que ingenuidad creer por ese entonces que comprendía mejor que nunca esos pozos engrumados, que mentira, que porquería sentirlo ahora más que antes; no me hace mas chica sino más pelotuda.
Ahí está el qui de la cuestión: la enredadera. No es la idea intentar poner un montón de palabras tan juntas unas con otras como imperceptibles, siquiera lograr sorprender al lector entre canal y canal de medio y espacio, situando un código como presa, de modo que actúe como red y trampa, aunque lo haya logrado; no es ese el pretexto, sino más que nada en un plasma plasmar la realidad, que no importa más que observar el viejo loco de los huecos en la calle para sentirse adolescente, sino ver el porqué de todas esas cosas para sentirse libre o liberada.
Porque no me siento más presa que de mi misma cuando escribo para querer sacarme la putrefacción de adentro, no me siento liberada, al contrario, me despedazo, como si por un momento algún herbívoro gigante me agarrase y me metiera en un colador lleno de nada y me despedazara para dejarme vacía; puncionada. Yo no ando jactándome de la liberación para encuadrarla en mi pared de logros a los viejo, ni siquiera quisiera ser presa de un papel matriculado o un número para decir en un futuro que todos deberían pasar por eso alguna vez para llegar a algún lado, pero tampoco meto la tiranía en el placar, o en la alacena de la cocina para desayunármela todos los días; sino mas bien, recapitulate la noche y recordá cerrar los ojos para entender porqué son tres acordes los que simplifican tu vida, los que desmitifican las cosas, las que aparentan una des-condensación del ambiente, adrede, bien adrede, bien hijadeputamente adrede y adentradamente, en todas sus formas y glorietas, en cada sueño latente o en cada apariencia.
Yo no recibo los recibos, ni siquiera contrarresto pero mucho menos soy el resto, y si me siento mal lo siento, y de verdad lo siento: me duele.

Lapicitos.


Esto es un lápiz. Todo lo que esta a tu alrededor, es un lápiz, y eso lo tenes que entender. Porque quizás si hablásemos de crayones y galletitas, quizás no es simplemente un lápiz. Un lápiz solamente. Dos lapices, tres… Quizás aparte de ese lápiz hay otras cosas, están las formas del lápiz, el lápiz dicho como lápiz, el lápiz dibujando un lápiz dibujándose, las mujeres muertas que quedaron prendidas de los lapices y las gomas de borrar, y las gomas borradas, y el mejunje de un lápiz y una goma borrando y lapidando en una colección esotérica de casilleros y empleados de telemarketing, de lapices como ojivas nucleares y lapices como mondadientes. Lapices como todo eso que sabe hacer el lápiz, ni mas ni menos.Pero es un lápiz. Y vos sabes de eso. Yo se de eso. Es un saber a medias tintas, a tintas completas, a completa como si de grises se hablase, en completa ebullición, pseudo teta. Sabe el lápiz tener esa conducta propia que tienen los grafirulos, los endemoniados en porta-expresiones que acoloran las boutiques, los contornos y las vidrieras de los comercios en saldo. Y no por eso dejan que esa angustia te convierta en lápiz, ¿o sí?. ¿O los lapices tienen esa capacidad propia de los cloruros y las pastillas de naftalina?. No lo sé... ¡Qué carajo!. Esos falos punzantes tienen la indiferencia propia de los curas en los viernes santos, de los santos en las guerras de tizas y de las cornisas con improntas canciones de crisoles piruleros.Te beben el contorno de las manos. Si sabes decir que no, te cogen hasta la cédula de identidad, te marcan con su diábola marquilla una impresión periférica que… quien sabe que cosas te va a recordar... (Particularmente a él; una puta, un sueño, un sueño de una puta, una puta de ensueño, y así multiplicándose hasta ser tan insignificantes las putas y sueños, tan inmensas y en una cantidad tal que merecen llamarse putasueños, prostiníricas o alguna de esas razas nuevas que aparecen en cantidad los días festivos para irse los días feriados.). Así poco le importan las putas y los sueños a los lapices. Solo saben que hace falta para ser un lápiz, y que no. (¿A quién le importaría ser lápiz siendo lápiz?). Basta saber que los lapices nacieron en esa época fantasma donde las preguntas y las respuestas estaban bañadas en grafito. Basta saber. Que si, ni más ni menos que como los lapices se hubiesen dibujado, así son. Y si no lo saben, no preguntan. Ellos se entienden. Tal es así que nosotros venimos a ser esa puta mierda graciosa que los lapices inventan por el soberano placer de tomar humanos en su cintura.

De Galaxias y Pajaritos.

Un mínima porción absurda e imperceptible, un espacio vacío entre los las estructuras atómicas de uno y de otro, en cada voz que se esparce en el aire en cada lágrima que el cielo dispara.
Una nena posa su mirada tríptica ante el todo y simula mirarse mujer, comparte sentirse humana y se asusta sabiéndose contemporánea. Entonces el resto hace el resto, timonea solo en una Vía Láctea de sensaciones, como si fuera poco hace que ella misma se sienta liberada, tan imperceptible dentro de esos grupos locales percibidos, tan distantes y tan unidos. La órbita de uno de ellos forma un cuerpo que sonríe, y ser pequeña la hace enorme y ser enorme la destruye. Ya no hay formas ni razones, ni equilibrios ni distancias, nada importa si todo es tan amplio, nada importa ahora porque hay dos alianzas que unidas al fin, se hacen a un lado. Entonces la belleza de lo inexplicable rescinde en esos ojos como lazos que ahora pueden observarse como pasado. Están implotando, por dentro y por fuera como supernovas, su amor es tan fuerte, aquella niña se hizo mujer dentro de una atmósfera llena de atrofiados, y una estela al rescatarlo supo desde los comienzos que cada cosa existe porque existe alguna otra, y que no hay nada más galáctico que tenerlo a su lado.