jueves, 22 de abril de 2010

Estética Universal.

"Leibniz fecunda el universo como una exorbitante jerarquía de seres vivos y sensibles, que crean un conjunto armónico. En este sistema lo inexcusable es la fealdad, puesto que en el mundo no hay más que armonía" (Raymond Bayer, Historia de la estética)
Lo inadmisible es la fealdad, pensaba Leibniz, el mismo filósofo que designaba que el mundo en que vivimos es siempre el mejor de los contingentes -construyó esta última teoría a través de un cálculo matemático. En el ensayo sobre estética incluído en mi TP facultativo, yo arribé al mismo desenlace aunque no excluyo alguna criptomnesia: lo inexcusable es lo antiestético. Pero no como una idea celebratoria y dichoso como el alemán, sino calamitoso y siniestro. Ya que la belleza, según mi contingencia, o al menos la del ensayo sobre estética que anida en mi trabajo universitario, es el principal estratagema del control social.

Criptomnesia:... busqué su significado, pero se encuentra ausente en la Real Academia. De todos modos, existe mal que les acoge y es una especie de recuerdo enterrado. Por ejemplo llegar a la conclusión de que la antiestético es lo inadmisible sin darme cuenta de que yo ya lo había leído en el libro Historia de la estética de Gottfried Leibniz (era de Cáncer, qué alegría). Por otro lado, la idea de la omnipresencia de la belleza se hallan en autores como Hegel, quien dice que la belleza es el "genio amigo" que hallamos en todos lados: iluminista codicia de que el Espíritu se devore al universo entero y a su oscuridad. Y sólo perduren las luces de la razón.

Dimensiones y Formas


Algunas obras de arte -estrambótico o no- buscan la tercera dimensión, un trazo arquitéctonico, una idiosincrasia adecuada, un volumen en el que el tiempo sea tiempo, pura índole (Bergson) y no una burocracia temporal, simple transmisión obligada. Algunas adquieren la tercera dimensión en su contenido, otras en su formato, las privelegiadas en ambas, dominando así la tercera dimensión, cortejando con una cuarta o quinta. La quinta dimensión agrieta el campo de lo inverosímil- el espectador no sólo reside la obra, sino que también se traspapela en ella- y sólo una obra de las que enumeraré a continuación cumple con ella: Imperio de David Lynch.
Por otro lado, Hollywood contemporiza un gran déficit habitacional.
Persona (Bergman , adquiere dimensión en forma)
Noctámbulos (Edward Hopper, adquiere un contenido)
Para los árboles (Luis Alberto Spinetta, adquiere contenido-forma)
El jardín de las delicias (El Bosco, adquiere contenido-forma)
Las ruinas circulares (Borges, adquiere forma)
Los abrazos rotos (Pedro Almodovar, adquiere forma)
Libertango (Astor Piazzolla, adquiere forma)
Concierto para piano nº 1, 1er movimiento (Tchaikovsky adquiere forma)
La persistencia de la memoria (Salvador Dalí adquiere contenido)

Las obras y el tiempo.

No importa el tiempo, sino el tiempo. Según David Hume, la magnificencia de un artista se mide en analogía a un reloj. Si sólo marca las horas, es un artista más bien áspero-esto ya no lo dice Hume, no puedo estar muchos minutos ni segundos sin interponerme y pulverizar las citas-, y si marca también los minutos y los segundos estaríamos dialogando de un artista de percepción y ejecución en gradual, sofisticación. Esto se puede cerciorarse en cualquier obra de arte a la relevancia, de nuestras manos, sobre todo si nos tomamos el tiempo ineludible para desmigajarla, modificar las horas en minutos y los minutos en segundos. Claro que hay obras que lo proporcionan-La mujer sin cabeza del Martel- y otras que se consumen dinámicamente en horas -no voy a dar ejemplos-: El contrasentido es que las obras que se regocijan de tiempo caen inexorablemente bajo una coacción de un diminuto, pero acrisolado, segundero.
Pero más allá del encumbramiento de matices hipersutiles cuyo final no sería sino un bosquejo estilo matrix en el cual cada segundo cifra una especificación, el tiempo no es tiempo sino cuando logramos preguntarnos como San Agustín acerca de lo sublime de su naturaleza. Allí -¡ inexactitud de los relojes!- vemos derrumbarse las horas, los minutos y los segundos, porque el tiempo no pasa, se desprende, cae como un telón crepuscular que preexiste, a la noche, petróleo espeso, donde se amedrenta el artista al procurar, cual narciso, verse reflejado y absorber. Tal vez allí pueda usar el segundero para cinglar, o para ajusticiar su corazón.

viernes, 16 de abril de 2010

Disipando las formas.

Tenía una gran reflexión sobre el azúcar, el edulcorante y el por qué este último es infinitamente mejor para endulzar disoluciones, pero quedó inmovilizada entre una pila de papel. Buscarla sería aún más expuesto que amagar con darle estructura otra vez.
El cosmos tiende a la entropía, inrreparablemente, por ser un sistema obstruido. Nosotros somos sistemas agrietados que pegamos golpes contra los rayos entrópicos para sustentar un orden y permanecer con existencia, o algo que se le equipare. El azúcar es sólida, el edulcorante* es líquido y por lo tanto usufructúa un considerable grado de entropía ya que las moléculas están en superior ajetreo, lo que supone más energía cinética.

Seleccionar azúcar sólida es la oposición a desperdigar plácidamente sobre el destino, desafío revocado o subversión que bien puede considerarse inadmisible. ¿Quedan dudas al respecto?— pero rebosa funcionalidad. Estoy a favor de mantener las lapiceras en la cartuchera todas acopladas con el capuchón hacia el mismo lado, pero optar el edulcorante en vez de una cucharada de ese granulado desabrido abastecido de tal energía vital que resulta incontenible. Aunque la verdad, el edulcorante puede dosificar mejor para que las cosas no queden tan dulces. De la única forma en la que puedo acceder a la supremasía del azúcar -sólida- sobre el edulcorante, es cuando se presenta en cubos. Y esto sólo se adjunta si nos remitimos al sentido exclusivamente estético, disipando lo funcional. ya que los cubos son preciosos, también lo es el término, inclusive sugarcube suena adorable.

(Quiero suponer que queda claro que cuando dialogamos de ese que dan en los bares, -ejemplo-, que también es sólido, inminentemente deja de tener sentido lo anterior.)

lunes, 12 de abril de 2010

Matrix: “cosmos o dimensión virtual”


En esos mundos virtuales se instalan máquinas (computadoras) y cada cosa o persona es, realmente, un bosquejo o software que tiene incorporada una memoria de articulación (parámetros de forma y características de comportamiento) y una memoria de acontecimientos (en donde se aglomeran sus “pensamientos”, reseñados a nivel de software como la misceláneas de configuraciones posibles pseudoaleatorias en una situación dada, las interacciones con otros sistemas-personas y con el contexto virtual que conmpone su universo).

Aún así, existe un software global, o de dominio, que deflimita la conducta mecánicamente y de todos los elementos del sistema y las interrelaciones entre ellos; Este software global puntualiza en que proposición: hay luz (día) u oscuridad (noche), las colisiones o inviabilidad de habitar el mismo cosmos topológico virtual.
Es muy irrebatible, decretar la desvanencia entre macrocosmos (el orbe que contiene las computadoras) y el microcosmos (el universo virtual).
Para un autóctono del macrocosmos, el mundo virtual y las sustancias que los cohabitan, no son más que programas, unos y ceros en la memoria del sistema, pero para un “oriundo” virtual su Universo es muy innegable, las leyes que lo regentan, intransigente y el macrocosmos, un enigma insondable.
Ellos no pueden transfigurar su entorno más de lo que le está transigido por su programador.

Si uno de ellos da un golpe contra una puerta, la puerta se mantendrá inconmovible (está programada para resistir fuerzas muy superiores…), la mano se descompondrá y y un dolor intenso le hará gritar. En cualquier videojuego se pueden experimentar conductas con varias similitudes.
Pero en los espacios virtuales de Matrix algunos de los elementos “son humanos", indistintamente de su composición real o “virtual” están estimuladas por un espíritu superior afincado en el macrocosmos real.
Un artista del macrocosmos puedsencillamente la programación y hacer que suceda “un milagro” bajo el punto de visión del microcosmos.
Una desavenencia trascendente es que en Matrix, ese acoplamiento existía y los “entrometidos” podían hacer cosas increíbles a la mirada de los seres locales, hasta llegar al elegido que controlaba todo el desarrollo de software con su mera Voluntad y emplear conexión superior alguna.

Con esto no quiero decir que todo sea un UNIVERSO VIRTUAL situado máquinas de entes de una dimensión superior, simplemente es una maravillosa hipótesis que explicaría muchas cosas.