miércoles, 6 de mayo de 2009

Lapicitos.


Esto es un lápiz. Todo lo que esta a tu alrededor, es un lápiz, y eso lo tenes que entender. Porque quizás si hablásemos de crayones y galletitas, quizás no es simplemente un lápiz. Un lápiz solamente. Dos lapices, tres… Quizás aparte de ese lápiz hay otras cosas, están las formas del lápiz, el lápiz dicho como lápiz, el lápiz dibujando un lápiz dibujándose, las mujeres muertas que quedaron prendidas de los lapices y las gomas de borrar, y las gomas borradas, y el mejunje de un lápiz y una goma borrando y lapidando en una colección esotérica de casilleros y empleados de telemarketing, de lapices como ojivas nucleares y lapices como mondadientes. Lapices como todo eso que sabe hacer el lápiz, ni mas ni menos.Pero es un lápiz. Y vos sabes de eso. Yo se de eso. Es un saber a medias tintas, a tintas completas, a completa como si de grises se hablase, en completa ebullición, pseudo teta. Sabe el lápiz tener esa conducta propia que tienen los grafirulos, los endemoniados en porta-expresiones que acoloran las boutiques, los contornos y las vidrieras de los comercios en saldo. Y no por eso dejan que esa angustia te convierta en lápiz, ¿o sí?. ¿O los lapices tienen esa capacidad propia de los cloruros y las pastillas de naftalina?. No lo sé... ¡Qué carajo!. Esos falos punzantes tienen la indiferencia propia de los curas en los viernes santos, de los santos en las guerras de tizas y de las cornisas con improntas canciones de crisoles piruleros.Te beben el contorno de las manos. Si sabes decir que no, te cogen hasta la cédula de identidad, te marcan con su diábola marquilla una impresión periférica que… quien sabe que cosas te va a recordar... (Particularmente a él; una puta, un sueño, un sueño de una puta, una puta de ensueño, y así multiplicándose hasta ser tan insignificantes las putas y sueños, tan inmensas y en una cantidad tal que merecen llamarse putasueños, prostiníricas o alguna de esas razas nuevas que aparecen en cantidad los días festivos para irse los días feriados.). Así poco le importan las putas y los sueños a los lapices. Solo saben que hace falta para ser un lápiz, y que no. (¿A quién le importaría ser lápiz siendo lápiz?). Basta saber que los lapices nacieron en esa época fantasma donde las preguntas y las respuestas estaban bañadas en grafito. Basta saber. Que si, ni más ni menos que como los lapices se hubiesen dibujado, así son. Y si no lo saben, no preguntan. Ellos se entienden. Tal es así que nosotros venimos a ser esa puta mierda graciosa que los lapices inventan por el soberano placer de tomar humanos en su cintura.

1 comentarios:

: dijo...
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