viernes, 16 de abril de 2010

Disipando las formas.

Tenía una gran reflexión sobre el azúcar, el edulcorante y el por qué este último es infinitamente mejor para endulzar disoluciones, pero quedó inmovilizada entre una pila de papel. Buscarla sería aún más expuesto que amagar con darle estructura otra vez.
El cosmos tiende a la entropía, inrreparablemente, por ser un sistema obstruido. Nosotros somos sistemas agrietados que pegamos golpes contra los rayos entrópicos para sustentar un orden y permanecer con existencia, o algo que se le equipare. El azúcar es sólida, el edulcorante* es líquido y por lo tanto usufructúa un considerable grado de entropía ya que las moléculas están en superior ajetreo, lo que supone más energía cinética.

Seleccionar azúcar sólida es la oposición a desperdigar plácidamente sobre el destino, desafío revocado o subversión que bien puede considerarse inadmisible. ¿Quedan dudas al respecto?— pero rebosa funcionalidad. Estoy a favor de mantener las lapiceras en la cartuchera todas acopladas con el capuchón hacia el mismo lado, pero optar el edulcorante en vez de una cucharada de ese granulado desabrido abastecido de tal energía vital que resulta incontenible. Aunque la verdad, el edulcorante puede dosificar mejor para que las cosas no queden tan dulces. De la única forma en la que puedo acceder a la supremasía del azúcar -sólida- sobre el edulcorante, es cuando se presenta en cubos. Y esto sólo se adjunta si nos remitimos al sentido exclusivamente estético, disipando lo funcional. ya que los cubos son preciosos, también lo es el término, inclusive sugarcube suena adorable.

(Quiero suponer que queda claro que cuando dialogamos de ese que dan en los bares, -ejemplo-, que también es sólido, inminentemente deja de tener sentido lo anterior.)

0 comentarios:

Publicar un comentario